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Foto del escritorCarlos Castelán

Para decir adiós, sólo tienes que decirlo

La mayoría de la gente piensa que las despedidas siempre tienen que ser atribuidas a la tristeza, al olvido, al fracaso, etc. Y es que, si alguien pregunta qué es lo que se siente en una despedida, estoy seguro que la mayoría inmediatamente recuerda el quiebre de una relación; y me refiero a las relaciones más especiales, esas que uno suele escoger: Las relaciones amistosas, o “peor” aún, las amorosas. A mi juicio, es relevante reflexionar si es necesario un sufrir ante las despedidas que se nos presentan en la vida.

Ilustración 1. Obtenida de: https://www.albiaburgos.es/wp-content/uploads/2020/08/duelo.jpg

Antes de nada, hay que detenerse a pensar en que no todas las despedidas provienen de personas, y de hecho, hay despedidas que las dan seres inanimados. De ejemplo, están las despedidas con harto sentimiento al cambiar de trabajo, cambiar de pasatiempo, cambiar de posturas, cambiar de casa, cambiar de escuela, cambiar de ciudad, cambiar de cultura, y muchas más. El punto es que, las despedidas no siempre son dolorosas porque así el remitente lo haya decidido (muchas veces el emisor ni vivo está). En efecto, uno mismo es el que le da a las despedidas esa percepción de melancolía.


Bajo ese rubro, entonces porqué catalogar a la despedida como un suceso lamentable. La explicación más inmediata a responder es, ese miedo que se nos ha inculcado ante el cambio. Y es que, en muchos casos no es que se extrañe al lugar, al aparato, o a la persona; más bien se extraña al momento en el que uno fue feliz acompañado de determinado contexto. Me atrevo a decir que, aplica hasta en las despedidas que resultan las más certeras, esas que en serio son un “adiós” sin retorno (por ejemplo, el fallecimiento de un ser amado). Con esto quiero recalcar, la importancia de saber adaptarse, de saber vivir con lo que siempre se tiene a la mano (el presente), de ser abiertos ante la premisa de que, los cambios son necesarios, y que siempre van a llegar cosas nuevas a nuestras vidas. De entender la naturaleza de la vida al comprobar que, todo, todito, toditito lo que empieza en algún punto tiene que terminar.


¿Por qué decir adiós no siempre tiene que ser triste? A mi parecer, las despedidas abren puertas al crecimiento personal. Mejor aún, abren puertas a nuevas experiencias, nuevo aprendizaje, nuevas sensaciones. Honor a quien (o que) honor merece, y claro que es totalmente válido honrar a lo que ya no está, tras recordarlo felizmente. En definitiva, aceptar una despedida es para los más valientes.


Para terminar, me toca a mí despedirme. Gracias, sencillamente por interesarte en las redacciones que hice durante este semestre. Es emocionante pensar que, alguien más reflexionó sobre el mismo tema para el cual yo dediqué un artículo. Me despido, y no sé si nos volvamos a topar (lo más seguro es que sí). ¡Adiós!

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1 Comment


bryancontacto1011
Jun 15, 2022

Muy buen tema para reflexionar acerca de cómo las despedidas no deberían porqué ser malas si no más bien el comienzo de cambios que nos hacen crecer como seres humanos además de que me encantó como nos da para reflexionar este tema sumamente interesante. Gracias por tan exquisita redacción!

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