Hace poco estaba hablando con algunos amigos del tipo de lectura que nos gusta y cómo a veces nos sentimos inseguros de hablar de nuestras preferencias por miedo a ser juzgados. Y es que, es muy común escuchar el típico “yo solo leo clásicos, lo demás es basura” y déjenme decirles que es una de las frases que más detesto porque no hay verdad detrás de ello.
Para empezar, me gustaría dejar en claro el siguiente statement: ningún libro es basura. Es verdad que hay libros con los que vas a aprender más que con otros, pero también es verdad que hay libros cuyo único propósito es entretener, y está bien. Aquí aplica el refrán “para gustos, los colores”; hay millones de libros para millones de gustos, sería aburrido que todos nos dedicaramos a leer lo mismo, que solo tomáramos un libro con fines educativos y ojo, no digo que sea malo leer para aprender, pero, si digo que hay veces en las que sólo quieres despejar tu mente leyendo una historia que no te va a tomar tanto esfuerzo, porque al fin y al cabo, lo que quieres es mero entretenimiento.
Ahora, una vez aclarado lo anterior, me gustaría enfocarme en un tipo de lecturas en específico que son fuertemente criticadas: la literatura juvenil. La literatura juvenil ganó muchísima fuerza cerca de 2008 y todo debido a un libro con el que seguro están familiarizados: Twilight de Stephenie Meyer. Fue en 2008 cuando se estrenó la primera película de la saga y millones de personas alrededor del mundo lo convirtieron en el fenómeno internacional del momento.
Las librerías y editoriales se dieron cuenta que había toda un área gris que no habían considerado como mercado y que podría ser muy rentable: los jóvenes. Fue entonces que comenzó la época de oro de la literatura juvenil, miles de libros fueron publicados específicamente para este segmento y durante los próximos ocho años, sería el mercado cuyas mayores ganancias daría a las librerías y editoriales. Durante ese tiempo, se publicaron libros que marcarían a toda una generación; títulos como: Divergente, Bajo la Misma Estrella o Las Ventajas de Ser Invisible fueron algunos de los más sonados en ese entonces y los memes o críticas hacia este tipo de lecturas no se hicieron esperar.
La razón por la que la literatura juvenil tuvo tanto éxito, fue tan simple como el hecho de que los jóvenes finalmente leían a personajes e historias con los que se sentían identificados. Muchas veces el problema con los libros clásicos estaba en que no ibas a poder leer acerca de la situación actual, no ibas a poder sentirte identificado con el personaje, porque la época y el contexto histórico chocaban mucho con nuestra realidad y la literatura juvenil arregló esto. El problema fue entonces, que, ante miles de lectores más experimentados, la literatura juvenil era basura y esto se relaciona fuertemente con la perspectiva que tienen los adultos de los jóvenes: que no son lo suficientemente actos racionales para tomar decisiones y, por lo tanto, lo que leen tampoco es lo mejor.
Lo anterior se juntó con una tendencia todavía mayor que acabó de sellar el destino de la literatura juvenil como ‘basura’: las plataformas de fanfiction como Wattpad o Fanfiction.net. En estas plataformas, era posible crear historias acerca de los personajes o libros que te gustaran y compartirlo con otras personas, tuvieron tanto éxito que un libro muy famoso llamado Cincuenta Sombras de Grey salió de una de estas plataformas.
Y así, la literatura juvenil fue tachada como basura por muchas personas, clasificándose incorrectamente y haciendo sentir juzgados a los lectores que disfrutan de este tipo de lecturas. La realidad es que, la literatura juvenil se compone de todos los géneros literarios: hay ficción histórica, terror, thriller, romance, fantasía, distopía y sí, también hay contemporáneos, que es el género en el que mayormente se le cataloga y acorrala. Hay libros maravillosos como Persona Normal de Benito Taibo o The Hate U Give de Angie Thomas, que han ayudado a miles de jóvenes a enfrentar problemas como la homofobia, la falta de representación de las minorías raciales o el bullying, entre otros, todo con el simple hecho de leer una historia con un personaje que vive lo que ellos y no los hace sentir solos. Además, la literatura juvenil ayuda a llenar el vacío que hay del salto de la literatura infantil a la literatura para adultos, fomentando el hábito de la lectura continua.
Y es que, no podemos tachar un libro como basura o solo porque no va de acuerdo con nuestros gustos; la literatura juvenil ayuda a conocer historias como los clásicos griegos, si has leído a Rick Riordan, o conoces a Charles Dickens y Oscar Wilde; si has leído a Cassandra Clare, es un camino que te ayuda a llegar a todos estos libros que han sido aclamados a lo largo de la historia. La literatura, en general, es un medio para un fin y los lectores de este tipo de libros no deberían sentirse criticados o reprimidos y, nosotros, debemos dejar de juzgar a los libros por sus portadas.
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