top of page
Foto del escritorItzel Alpuche

El precio de ser un lector

Dentro de Twitter existe una comunidad destinada a los fanáticos de los libros en la que podemos encontrar, compartir y comentar diversas historias con miles de personas. Una de las características que define a este colectivo, es que cuenta con diferentes nacionalidades, sin embargo, de este grupo surge un punto en común entre ellos, y es el ser latinoamericano.


Menciono todo lo anterior, porque hace algunos meses, la comunidad lectora de Estados Unidos decidió atacar directamente al grupo de América Latina por una simple razón: tener que recurrir a las páginas de libros ilegales para poder leer ciertos libros. Y es que no es tema de hace solo unos meses, sino es algo que continuamente se repite entre los miembros de booktwitter.

Me llamó la atención escribir al respecto, porque yo amo leer y considero que las personas que están atacando a la comunidad hispana están hablando desde la comodidad de su privilegio. Si bien es cierto que, las descargas ilegales de libros tienen un impacto económico en la cadena de valor de los mismos, el impacto en realidad es mínimo y las personas que tienen que recurrir a estos medios no lo hacen porque quieren arruinar al escritor o a la editorial, lo hacen porque el precio de los libros en América Latina es realmente alto.


Sólo para ponerlo en perspectiva, los libros de nuevo lanzamiento o los aclamados Best Sellers de The New York Times suelen tener un precio que oscila entre los $350.00 y los $550.00 MXN, dependiendo la editorial y la edición. El salario mínimo mensual en México es de $4,251.00 MXN y la canasta básica por persona es de $1,568.00 MXN, por lo que, para una familia de cuatro integrantes se necesitarían $6,632.00 MXN (CONASAMI, 2021), todo esto sin tomar en cuenta gastos para poder cubrir otras necesidades, como lo son una vivienda o ropa y que la mitad de la población del país vive con este ingreso o menos, en promedio. Analizando entonces estos precios, es básicamente imposible que una persona pueda permitirse un libro por mes, sin tener que sacrificar otras necesidades cuando incluso están viviendo con menos dinero del que requieren para poder adquirir una canasta básica. E incluso, después de todo lo anterior, existe la posibilidad de utilizar el argumento de “pueden encontrar los libros en la biblioteca”. Error.


Para poder escribir este artículo, me di la tarea de visitar mi biblioteca más cercana (solo contamos con dos y tomé todas las precauciones al hacerlo). ¿Los resultados me sorprendieron? La verdad es que no. Mi objetivo era buscar tres libros: Cien años de soledad de Gabriel García Márquez (1967), Percy Jackson y el ladrón del rayo (2005) y El velo de Helena de María García Esperón (2019). Encontré 1 de 3 libros. 1 de 3.


Por supuesto que, el único libro que encontré fue Cien años de soledad, única copia disponible. Era de hecho, mi apuesta segura, sin embargo, tenía la esperanza de encontrar el libro de María García Esperón porque 1) es una autora mexicana; y 2) es publicado por una editorial que suele estar presente en casi todas las bibliotecas del país. Ni hablar de Percy Jackson, de un autor estadounidense, dudé desde un inicio que pudiera encontrarlo en la sección infantil u otra.


Todo lo anterior lo hice con un solo propósito: la mayoría de las bibliotecas de América Latina son obsoletas o cuentan con recursos muy limitados. Así que no, si quiero leer algo diferente, no puedo acudir a mi biblioteca local. Además, por la condición actual de confinamiento por la crisis sanitaria mundial, hay muchas restricciones en cuanto al préstamo de libros, lo que limita aún más la situación.


Y si, después de todo lo anterior siguen diciendo cosas como “están los libros de segunda mano”, una vez más, les digo que no están 100 % en lo correcto.


Yo amo los mercados de cosas de segunda mano, específicamente me encanta encontrar libros en esto lugares porque muchas veces son ediciones descontinuadas y nunca sabes la clase de joyas que podrías llevarte a casa. El problema con estos bazares, por otro lado, es que las opciones son limitadas. La mayoría de los libros que puedes encontrar ahí son los tan aclamados clásicos literarios en ediciones preciosas, libros escolares universitarios y una que otra publicación de 2015 a 2018. La siguiente opción son los grupos de venta de Facebook e Instagram; solamente yo pertenezco a seis grupos en tres ciudades diferentes, pero el problema sigue siendo el mismo: las opciones son limitadas y repetitivas.


Yo entiendo el conflicto moral de todas las personas pertenecientes a la comunidad booktwitter. Sé de antemano que muchos de ellos amarían tener copias de sus escritores favoritos, pero a veces es imposible hacerlo. Sé que cada uno de ellos aprecia y valora cada libro que han podido adquirir y si la situación fuera diferente, apoyarían a los autores, editoriales y librerías.


De esta manera puedo decir que sí, comprar libros es un privilegio, uno caro. En el mundo perfecto, todos podemos comprar un libro y si no podemos, podemos ir a nuestra biblioteca más cercana y pedirlo prestado. La realidad es que no vivimos en el mundo perfecto, por lo que nos vemos obligados a buscar alternativas, incluso cuando estas alternativas no son moralmente aceptadas por la sociedad. Así que antes de juzgar, mejor deberíamos de plantearnos la siguiente pregunta: ¿tengo yo el privilegio de poder comprar un libro?


120 visualizaciones1 comentario

1 comentário


Camila Gerez
Camila Gerez
29 de mar. de 2021

Me encantó el artículo, y más que nada porque realmente visibiliza la situación de la comunidad lectora latinoamericana. Soy de Argentina y lo que me sale un libro de autor importante es lo que se gasta en la compra semanal (por ejemplo, Chain of Gold estando $3500 ARS y un solo kilo de carne te cuesta promedio $500 ARS). Por otro lado, leer esto me recordó a una situación en mi secundaria de hace unos años: estaba conversando con mi profesora de educación física y me dijo "yo me compro cuatro libros por mes". No me acuerdo si le contesté o solo lo pensé, pero había dicho algo como "mis papás con suerte me compran cuatro libros al año", y…

Curtir
bottom of page