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Foto del escritorVania Barrera

EL RETO DEL AMOR PROPIO

En los últimos años, mucho se ha hablado sobre la importancia del amor propio y de la necesidad de practicarlo. Pero, dada la viralidad del tema en muchas ocasiones las redes sociales pueden transmitir una idea romantizada y un tanto errónea de lo que realmente es amarse a uno mismo. Esto no significa que darse duchas con sales y tomar chocolate caliente con una mascarilla mientras ves tu película favorita no sea una forma de demostrarte amor. Sin embargo, el amor propio debería verse como algo mucho más profundo que eso.



Claramente, aprender a amarse a uno mismo no es nada fácil e implica un proceso de reflexión y autoconocimiento que puede llevarte toda la vida, porque estás aceptando tus inseguridades, tus defectos, todo aquello que te han enseñado que no está bien. A fin de cuentas estás aceptando tu oscuridad. Este proceso no es bonito ni mágico como muchas veces los influencers o coaches de vida quieren hacernos creer, porque estamos cambiando paradigmas, deconstruyendo ideas que hemos tenido toda nuestra vida y tratando de encontrar el bienestar en todo aquello que no podemos controlar. Es un proceso que duele, que lastima y muchas veces significa pelear con esa parte de ti que quiere seguirte saboteando, haciéndote pensar que no mereces felicidad o amor. Además, el aprender a amarse no es para nada un proceso lineal, no existe la guía o fórmula secreta que de un día para otro nos diga cómo podemos querernos. Para cada persona el proceso va a ser diferente, para algunos más rápido y para algunos otros más lento. Y muchas veces va significar priorizar la razón sobre las emociones. Porque, en pocas palabras encontrar ese amor propio significa aprender a poner límites con personas que amamos, saber cuándo es tiempo de irse de un lugar aunque nos queramos quedar, reconocer cuando quién es importante para nosotros nos lastima y poner nuestro bienestar físico, mental y hasta espiritual antes que cualquier otra cosa. Y eso, muchas veces puede no ser nada fácil, en este camino habrán culpas, errores, lágrimas, subidas y bajadas de ánimo, lo cual es totalmente natural y no tiene nada de malo. Una parte fundamental de todo esto es aprender a dejar fluir nuestras emociones, no contener el enojo o la tristeza solo porque han sido cosas que nos han enseñado que debemos ocultar, que debemos vivir a puerta cerrada. Es inmensamente liberador dejar fluir nuestros sentimientos, que las lágrimas corran por nuestras mejillas, que los gritos expresen nuestra frustración, y que todo eso que hemos contenido por tanto tiempo, salga. Y no les voy a mentir, en este autodescubrimiento sobre cada uno de nosotros es algo muy común que quieras rendirte al no encontrar sentido en “Amarte más” y ha sido un lugar en donde muchas veces he estado. Pues, siempre será más sencillo sentir que no eres digno, atacando tu físico, tus cualidades y defectos, culpándote por todo lo que te hace sentir mal, justificando el daño que otros te hacen asumiendo tu culpa. Pero, debes recordar que tu prioridad número uno siempre debes ser tú y no como un acto de egoísmo, sino como un acto de este amor infinito que debemos sentir por nosotros mismos. Cuando aprendemos esto, la vida se vuelve más ligera y feliz. Porque, debemos recordar que para ser capaces de amar a otra persona, en cualquier sentido, es necesario amarnos a nosotros mismos. Y aunque nuestro amor no sea perfecto, siempre que procuremos nuestro bienestar individual vamos a tener amores más sanos.

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