Muchos historiadores coinciden en que el rock and roll nació en el año 1955. Este nuevo género musical llegó como resultado de la mezcla entre el blues y el country. El blues era la música de los afroamericanos, y el country la de los blancos que vivían en zonas rurales. A raíz de la primera guerra mundial, muchos afroamericanos emigraron del sur hacia las ciudades del norte como Chicago, Nueva York o Detroit para trabajar en las fábricas, y también para huir de las leyes de Jim Crowe. Con ellos, llevaron el blues a las ciudades. Y este Delta Blues acústico compuesto por un instrumento de cuerdas y una voz que contaba sus penas, se transformó en un blues eléctrico, en donde las guitarras se conectaron por primera vez al amplificador. Uno de los principales arquitectos del rock and roll fue Chuck Berry, quien al combinar el rhythm and blues con el country sin darse cuenta, cambió la historia de la música para siempre.
En aquellos días, la música se escuchaba a través de los fonógrafos. Las familias de clase media/alta solían tener uno en las salas y toda la familia se reunía para escuchar los programas de radio y la música que ahí se compartía. Entonces, los jóvenes no tenían de otra más que escuchar lo que ponían sus papás, ¿te imaginas que tu única forma de escuchar música fuera en la sala y con toda tu familia presente?
Pero en los 50s con la invención de la radio portátil se les dio a los jóvenes la posibilidad de llevarse la música con ellos, y entonces empezaron a escucharla en sus cuartos, en sus autos, y la mecánica empezó a cambiar. Los adolescentes estaban hartos de la música que escuchaban sus papás entonces ansiaban algo nuevo, y no tardaron mucho en descubrir las estaciones de radio de R & B. Rhythm & Blues era la forma políticamente correcta de referirse a la “música de raza” o en otras palabras a la música hecha por afroamericanos y para afroamericanos. Recordemos que, en ese entonces, Estados Unidos estaba profundamente segregado, y la industria de la música no era la excepción.
Probablemente, nadie hubiera apostado a que los jóvenes blancos de todas las clases sociales se sentirían tan atraídos al rock and roll que se escuchaba en las estaciones de R & B, pero así fue. Era música rápida, sexy y pegajosa con la que se podía bailar y divertirse y que aparte de todo hacía enojar a sus papás; fue la combinación perfecta. Por primera vez, los adolescentes tenían algo que los diferenciaba de sus padres, porque antes de esto eras niño y de la noche a la mañana te convertías en adulto. Fue hasta los años 50 y de la mano del rock and roll que los adolescentes se rehusaron a crecer tan rápido y decidieron desafiar las creencias de sus padres al crear su propia cultura adolescente. Por esto, no es sorpresa que el rock and roll empezara a ser conocido como “la música del demonio”, porque esa era la única explicación que los padres blancos tenían para justificar el que sus hijos escucharan música de afroamericanos y que de la nada les gustara montarse en motocicletas y usar chaquetas de cuero. De esta manera, el rock and roll se convirtió en el soundtrack de una rebelión adolescente que desafió el status quo y cambió la industria de la música para siempre.
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