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Foto del escritorSamantha Orive

El tiempo...

En el mundo todo se basa en tiempo. Aunque algunos digan que el dinero y el sexo mueven al mundo; personalmente, considero que lo que realmente mueve al mundo es el tiempo. Porque absolutamente todo requiere tiempo. Hacer lo que nos gusta, estudiar, trabajar, salir con nuestros amigos, abrazar a quienes amamos, reír, llorar, viajar, comer, ver películas, pensar, soñar, amar; todo eso, la vida, requiere tiempo.


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Por lo tanto, termina siendo nuestro activo más valioso. Y consecuentemente se vuelve muy importante decidir en qué invertimos y usamos nuestro tiempo; porque no podemos recuperarlo, comprarlo o ganarlo. En promedio, las personas viven 27,375 días, o si decidimos verlo en horas 657,000 hrs. Eso es todo lo que tenemos en la vida si es que tenemos suerte. Entonces, lo que decidamos hacer con ese tiempo se vuelve muy importante. Debemos escoger inteligentemente en que invertir, usar y gastar tiempo.


Pero todo esto se vuelve muy complicado, porque analizándolo desde una perspectiva mucho más trascendental, al escoger algo, también estamos renunciando a algo. Y visto desde una perspectiva de negocios y económica, todo, absolutamente todo, tiene un costo de oportunidad. Como es conocido, el costo de oportunidad se define como el coste de la alternativa a la que renunciamos cuando tomamos una determinada decisión; incluyendo los beneficios que podríamos haber obtenido de haber escogido la opción alternativa.

Pero lamentablemente, el reto no solo es decidir. Si no también poder discernir las prioridades en nuestra vida para poder focalizar nuestro tiempo y nuestra energía hacia aquello que es valioso para nosotros. Y si todo esto fuera tan fácil, el mundo estaría lleno de personas que viven cien por ciento satisfechas con lo que hacen, con su rutina, con su vida, etc. Y personalmente considero que muchas veces se debe a que existe una línea muy fina entre el “perder el tiempo” y “dejarse llevar”.


Sin duda es discutible el que tan poca o mucha vida podemos llegar a tener, porque al final del día todo es relativo. Pero independientemente de la longitud de nuestra vida, como es nuestro activo más valioso, no podemos darnos el lujo de perder el tiempo. Y no quiero que malinterpreten, “perder el tiempo” puede significar cosas distintas para cada quién. Pero es importante que tengamos claras nuestras prioridades y lo que queremos para no desviarnos y malgastar el tiempo limitado que tenemos.


Nosotros tenemos que usar nuestro tiempo para hacer todo lo que realmente nos hace sentir vivos. Todo aquello que nos apasiona, nos aloca, nos alegra; en pocas palabras, todo aquello por lo que realmente vale la pena vivir. Y esto no significa necesariamente que vivamos eternamente “viviendo la vida loca”, sino que hagamos con nuestro tiempo cosas que son valiosas o que tendrán valor para nosotros en el futuro. Porque como dijo Will Smith en ‘Hitch’, la vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento.

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