top of page

Feminismo y partidos políticos

Dentro de poco tendremos elecciones en nuestro país, sabemos bien que esto supone un evento de gran importancia, puesto que es el momento en el cual elegiremos a las personas que representarán nuestras demandas, y una vez en el poder, tratarán de cumplirlas. Es por ello que, si bien el tema de esta columna no se encuentra relacionado directamente con las elecciones, el clima político me inspiró a hacerme cierta pregunta que da vida a este texto: ¿Qué tan viable sería incluir al feminismo en un partido político?


Respecto a esta interrogante hay muchas opiniones encontradas, podría decirse que la mayoría de feministas concuerdan en que es erróneo, y debe evitarse a toda costa, el relacionarse con el sistema patriarcal que tanto caracteriza al sistema de partidos mexicano. Por otro lado, se dice que es necesario llevar a cabo cierta institucionalización del feminismo con el objetivo de tener un camino más “rápido”, que ayude a cumplir las demandas del movimiento. Es por ello que, a lo largo de este escrito me encargaré de presentar los diferentes argumentos existentes respecto a este debate.


Antes que nada, me gustaría hablar un poco del contexto histórico que precede al feminismo en nuestro país. Este movimiento tuvo sus inicios en los años setenta, al igual que en otras partes del mundo, comienza con grupos de autoconciencia en el cual varias de mujeres se informan acerca de la exclusión que sufren, en estos, llegan a la conclusión de que el principal responsable de su condición es el aparato patriarcal y paternalista del Estado. Debido a ello desconfían totalmente de los partidos políticos y las instancias gubernamentales, y por ende, se niegan a formar alianzas con ellos. No obstante, en la siguiente década, esta decisión sería la responsable de la fragmentación y estancamiento del movimiento, por lo cual a inicios de los noventa, las mujeres comienzan a tener la necesidad de crear un perfil político más claro y trazar pautas para su participación, por lo cual comienzan a relacionarse con organizaciones y partidos, logrando de esta forma introducir sus demandas en la agenda política. Sin embargo, a pesar del gran avance que tuvo el movimiento gracias a estas alianzas, cada vez más feministas dejaron de hacer uso de esta forma de participación, y optaron por otras que les permitieran luchar contra el sistema desde fuera. Pero, ¿por qué?



En primer lugar, debido a que los temas que buscan reivindicar están relacionados con tabúes y prejuicios que se encuentran profundamente arraigados en la sociedad, y al señalar estos aspectos, la mayoría de personas se muestran renuentes, lo que reduce el número de votantes del partido que promueve esta agenda. Debido al sistema político que tenemos, en el cual se necesita el voto de la mayoría para ganar, es muy fácil hacernos una idea del por qué los partidos políticos no incluyen las demandas feministas a pesar de que puedan ayudar a gran parte de la población. Además, estas organizaciones tienen la idea equivocada de que el movimiento es desordenado, pues, la carencia de dirigentes legitimadas o de órganos de poder con los que vincularse dan una imagen anárquica y “poco seria”. De esta forma se explica el trato que se da dentro de los partidos a las mujeres feministas, expuesto por la política y activista española Beatriz Gimeno (2011), “…nos tratan en los partidos como si fuéramos niñas pequeñas y pesadas […] No osan enfrentarse políticamente a ti y hablarte con autoridad".


Con lo expuesto en el párrafo anterior, podemos concluir que tratar de introducir el feminismo en un partido existente, definitivamente no es una opción viable. No obstante, todavía queda otro camino que debemos analizar: la creación de un partido feminista.


Uno de los aspectos que puede jugar en contra de esta alternativa es el sistema partidista que condiciona a tener un comportamiento paternalista y machista. Sin embargo, --- nos dice que, en lugar de evitar esta forma de participación por sus características, debemos de encontrar una nueva forma de llevarla a cabo; para esto se propone dejar de lado la organización jerárquica y optar por una horizontal, además de promover las alianzas entre mujeres que militen en sindicatos, organizaciones de la sociedad civil, o sean activistas, esto con el objetivo de cumplir con la transversalidad que debería de tener un partido que se proponga representar a la lucha feminista, puesto que, “…para las feministas involucradas en la política partidista, la política de alianzas determina la identidad” (Sutter, 2008, pp. 249). Ahora bien, se deberá tener especial cuidado en este punto pues, para decirse transversal, se necesita entablar lazos con las mujeres de diferentes sectores, especialmente con aquellas que usualmente son silenciadas por los demás partidos.


En suma, podemos decir que si se quiere incorporar al feminismo en un partido, sin que esto suponga muchas modificaciones en las demandas del movimiento, el camino a seguir para tener mayores probabilidades de éxito, sería la creación de un nuevo espacio. No obstante, debemos tener en cuenta que esto también supone varios obstáculos.


En conclusión podemos decir que el camino para llevar al feminismo al sistema de partidos, si bien sigue presentando varios obstáculos, sigue siendo una alternativa viable y en la cual se debería de incursionar más, debido al gran avance que supondría para el movimiento el tener mujeres que pongan en práctica el feminismo en el ámbito político. Es por ello que, desde mi punto de vista, en lugar de criticar o juzgar con extrema dureza a las compañeras que deciden incursionar en estos ámbitos, primero debemos de entender que se encuentran en el área por naturaleza hostil ante la causa y en dado caso de que comiencen a alejarse de los principios por los que se comenzaron esta lucha, hay que recordárselos.

320 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page