Esta semana, mientras buscaba algo que ver para ignorar mis responsabilidades, encontré una joya. Una serie cuyos temas y personajes la vuelven un favorito instantáneo, no solo mío, sino también del 93 % de la audiencia en Rotten Tomatoes.
Disponible en la plataforma de Amazon Prime Video, y con doce capítulos de veinticinco minutos cada uno, Fleabag es perfecta tanto para espectadores casuales como para aquellos que no se moverán de la pantalla hasta terminar una serie.
Creada, escrita y protagonizada por Phoebe Waller-Bridge, la serie gira en torno a una joven mujer londinense; su nombre nunca lo descubrimos, pero los subtítulos se refieren a ella como Fleabag. Cualquier cosa que pueda decir sobre este personaje es quedarse corto: Lleva una difícil relación con su complicada familia, está intentando superar un trauma, y es brutalmente-ella-misma. Todo lo que nos han enseñado a disimular, Fleabag lo pone bajo reflectores. Sin aviso, nos vemos sumergidos en su vida diaria, experimentando la montaña rusa de su existir.
Siendo el inicio tan abrupto, y su extensión tan corta, creo que cualquier cosa que comparta sobre la trama podría ser un potencial spoiler. Si tuviera que explicar de qué se trata, diría algo como “sobre ser humanos, y los dolores que trae consigo, pero chistoso”.
Algo que distingue a esta serie de otras sitcoms de humor negro es la dinámica de Fleabag con la audiencia. Ella, y solo ella, se dirige a nosotros desde el primer momento, rompiendo la cuarta pared para externar sus pensamientos y ponernos al corriente de los eventos. Los espectadores no somos intrusos en sus momentos más vulnerables, sino el invitado de honor. No pasa mucho tiempo antes de que empecemos a sentirnos amigos, conociendo al personaje y empatizando con sus éxitos y desgracias. Cuando le rompieron el corazón, un pedacito del mío se astilló.
Es justamente esa empatía lo que, en mi opinión, está detrás de la recepción tan positiva que tuvo la serie. Los personajes son sumamente reales, y es fácil ver un poquito de uno mismo en ellos. Además, con frases que dan directo en el clavo, Fleabag toca temas por los que todos hemos pasado, aunque sea brevemente: El desamor, los eventos que nos marcan, un mal corte de cabello, las dinámicas familiares, y, por supuesto, el terror agobiante a no saber qué hacer con nuestra vida.
Si bien estos son conceptos han sido tratados desde el principio de los tiempos, Fleabag nos entrega una historia agridulce muy novedosa e irreverente. Ésta no es una serie que te hace sentir calientito y a salvo, por el contrario, te lleva al borde de la catarsis, igual que si estuvieras presenciando una tragedia griega. El golpe emocional llega entre risas y nunca se sabe qué esperar.
Es raro que sienta que a una serie le hizo falta una temporada extra. Esta vez, pensé seriamente en evitar los últimos dos capítulos para no llegar al final. No quería quedarme fuera de la historia que me conmovió hasta el llanto en solo seis horas. Al momento de escribir este artículo, no hay planes de continuar con una tercera temporada, aunque Phoebe Waller-Bridge ha manifestado que le gustaría volver al personaje cuando ambas cumplan 50 años. Por ahora, aunque me encantaría seguir participando en las aventuras de esta mujer, me quedo con dos cosas: Una conclusión muy orgánica, tan poética como devastadora, y la inquietud de saber “si sería tan feminista si tuviera pechos más grandes” (gracias, Fleabag, por la duda).
Ok ahora está en mi lista :D