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La colina de las amapolas: Una joya oculta de Studio Ghibli

Sin lugar a duda, al escuchar Studio Ghibli se viene a la mente películas como “Mi vecino Totoro”, “El increíble castillo vagabundo” y la favorita de muchos “El viaje de Chihiro”, dejando en claro que el estudio de animación japonés es uno de los favoritos tanto de la crítica como del público. Si bien, Studio Ghibli cuenta con diversos éxitos que se han vuelto clásicos dentro de la animación, aún hay una que otra película que son verdaderas joyas de la que muchas personas no tienen conocimiento como es el caso de “La colina de las amapolas”, joya oculta del estudio de animación del año 2011.

Desde arriba en la colina de la amapola, Wallpaperbetter.

Studio Ghibli nunca decepciona en cuestión de producción e historias dentro de sus años en la industria, tal es el caso con “la colina de las amapolas”, película de animación japonesa estrenada el 16 de julio de 2011, ya hace 11 años siendo el decimonoveno largometraje producido del estudio. La historia está basada en el manga Desde el monte deamapolas de Tetsurō Sayama y Chizuru Takahashi, bajo la dirección de Goro Miyazaki, hijo de Hayao Miyazaki, director y productor de diversos trabajos del estudio de animación.


La película cuenta la historia de Umi Matsuzaki, una estudiante de secundaria que vive con sus hermanos y su abuela, quien administra una pensión Coquelicot Manor. Umi balancea su vida personal, de cuidar a sus hermanos, en ausencia de su madre y ante la pérdida de su padre, con su vida escolar, en donde conoce a Shun Kazama, y Shirō Mizunuma, estudiantes y miembros del Quartier Latin, un edificio que alberga a las diversas asociaciones estudiantiles de su institución, sin embargo, ante la posible demolición del edificio, se desarrollara una amistad entre Umi y Kazama con el fin de evitarlo. Ambientada en Japón en el año 1963, año en que se llevarían a cabo los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964. Una historia que deja de lado el lado fantástico y fantasioso de trabajos anteriores por parte del estudio de animación, optando por una historia de amor de juventud, sin caer en lo cliché, logrando un trabajo simple, íntimo y emocionante.


Vale destacar la forma en que se narra la historia en un contexto de suma importancia para Japón, de tal forma que el contexto y la historia se entrelazan para dar un trasfondo en cuestión del futuro, que puede ser incierto y un nuevo paso, pero sin dejar de lado el pasado que igualmente es un legado. Lo más hermoso de la película es la forma en que se desarrolla la historia de amor entre los personajes principales de una manera tierna y sencilla, como lo es el primer amor. A su vez, los personajes permiten mostrar el contexto en el que se encontraba el país de empezar a mirar hacia un futuro prospero, sanando heridas del pasado ante la guerra que se vivió.


En cuestión de la música, la película no se queda atrás con una gran banda sonora con música compuesta por Satoshi Takebe y con la esencia que caracteriza a Studio Ghibli. Asimismo, la animación y estética del filme es espectacular. La forma en que se crearon los paisajes, edificios y personajes es un deleite visual para entrar en mayor contexto y apreciar la película.


De esta forma, el mensaje que transmite sobre las generaciones más jóvenes, quienes son aquellas que no olvidan el pasado, si no que se sumergen para entender de donde provienen, de tal forma que pueden mirar hacia el futuro y luchar por sus intereses. Una película que vale mucho la pena el tiempo por su gran historia, narrada de una forma sencilla y divertida, pero sin perder el encanto. Si le dan la oportunidad se convertirá en una de sus favoritas, si aún no la han visto o quieren volver a verla, se encuentra en la plataforma de streaming Netflix ¿ya tienes pensado con quién verla?

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