En la actualidad, a pesar de la gran cantidad de información que tenemos a nuestro alcance sigue existiendo una confusión respecto a dos términos: sexo y género. Para que la lectura de este artículo no dé lugar a confusiones definiré ambos conceptos.
La palabra “sexo” se refiere a las características biológicas y fisiológicas que definen a un hombre o a una mujer. Mientras que “género” es el conjunto de significados, normas, prácticas y representaciones construidas social y culturalmente con base en las características relacionadas al sexo de las personas, esta agrupación de prácticas determina una serie de comportamientos asociados con tales características que derivan en atribuciones sociales impuestas a uno y otro sexo, involucrando relaciones de poder y desigualdad entre lo femenino y masculino (Leñero, 2010).
El campo de estudio cuyo objetivo son los diversos temas relacionados con esta categoría social recibe el nombre de estudios de género. Y, el tema de este artículo es uno de los objetos de estudio de este campo interdisciplinario: las masculinidades.
La masculinidad se entiende como el conjunto de atributos, valores, conocimientos y conductas que son característicos del hombre en una sociedad determinada (CNDH, 2018). Ésta se forma a través de un proceso complejo en el cual se combinan el poder, el dolor y el gozo en el marco de la socialización, la exigencia social y los estereotipos dominantes sobre "la masculinidad".
Pero, como sociedades hay muchas, es más preciso hablar de masculinidades que de masculinidad ya que lo considerado como el “verdadero hombre” varía de acuerdo al contexto histórico, social o cultural. En este artículo identificaremos a tres tipos de masculinidades:
Hegemónica: los hombres que se identifican en esta categoría se caracterizan en la esfera sexual por percibir a la heterosexualidad como la única forma de vivir la sexualidad, aunado a esto ven el coito como centro de sus relaciones con la mujeres y creen que para afirmar su virilidad es necesario despreciar a aquellos hombres que no cuenten con dichas características. Respecto al ámbito personal, no externan sus sentimientos, puesto que para ellos esto es una señal de debilidad y en el contexto familiar generalmente son los principales proveedores económicos.
Subordinada: en este caso, uno o más rasgos de la masculinidad hegemónica están ausentes; ya sea que estos hombres no son tan fuertes, su capacidad económica no es grande y/o expresan sus emociones. Por esta falta de características, los hombres que se encuentran identificados en el prototipo hegemónico, suelen violentar a los hombres cuya masculinidad es de tipo subordinada.
Alternativa: este es un modelo más actual, ya que, en su discurso promueve una nueva serie de conductas y actitudes entre los varones para relacionarse tanto con hombres como mujeres en todos los ámbitos de las relaciones interpersonales. Pero, además de esto se cuestiona al modelo hegemónico de masculinidad promoviendo el autocuidado de uno mismo y de los demás, la aceptación de los sentimientos propios y la solución de conflictos a través de la negociación en vez de la violencia.
La importancia de reflexionar acerca de este tipo de masculinidades es comenzar a ser conscientes de las consecuencias que tienen el seguir promoviendo este tipo de modelo hegemónico, ya que, no solamente afecta a los demás hombres y mujeres, sino también al mismo hombre que ejerce dicho tipo de masculinidad. ¿Por qué? bueno, además de ejercer violencia sobre las mujeres bajo la falacia de que lo masculino es superior a lo femenino y de hacer menos a los hombres que no cuentan con su mismo estatus u orientación sexual, es como una forma de reafirmar su virilidad; también hay un daño auto infligido, pues, para demostrar que es el más fuerte o valiente este hombre se pone constantemente en situaciones que ponen en riesgo su salud, tanto física como mental.
Ahora, una forma en la que se puede dejar poco a poco esta masculinidad tóxica y optar por una más saludable, tanto para al individuo como para quienes lo rodean, es preguntarse a uno mismo de donde provienen sus ideas, especialmente aquellas que se relacionan con lo que debería ser un hombre y una mujer, así como cuestionar si estas promueven relaciones desde la igualdad y la no violencia.
Me gustaría terminar este artículo recordando al lector que, es fundamental que los hombres de todas las edades inicien o continúen con el trabajo personal y de transformación para comenzar a percibir y vivir los diferentes ámbitos de su vida de manera más sana.
Ayllón, R. (2020, julio-agosto). De hombres y machos: el género y las masculinidades en la vida cotidiana. Revista Digital Universitaria (RDU), 21(4). DOI: http://doi.org/10.22201/cuaieed.16076079e.2020.21.4.5
CNDH. (2018). Respeto a las Diferentes Masculinidades. [Tríptico]. Ciudad de México: Autor.
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