Hay muchas situaciones que verdaderamente tienen el don de poner en riesgo nuestras vidas; por ejemplo, aventarse desde un precipicio, nadar en el mar con plena bandera roja, jugar a la ruleta rusa, etc. Sin embargo, hay otras circunstancias en las que literalmente estamos expuestos a ningún riesgo, y aun así pueden tener el poder de enchinarnos la piel a más de uno. Tales tipos de miedos se les conoce como “miedos irracionales”, y son todos aquellos en los que surge una sensación de peligro cuando realmente es innecesaria. Lamentablemente varios de estos miedos (no todos por supuesto) han sido construidos y enterrados por los mismos estereotipos de la sociedad, pues se han ido creando interpretaciones erróneas ante algún estímulo o suceso. Y es que, siendo totalmente honestos hay que decir que, uno no se está jugando la vida cuando habla en público, declara un sentimiento interpersonal, atraviesa un túnel muy oscuro, cambia de empleo, llega un payasito para animar la fiesta, etc.
Dicho de otra manera, los miedos irracionales suelen presentarse si existe un temor ante algo que no es real por ser un producto de nuestra imaginación. Esto se explica a causa de cómo actúa la amígdala, pues ante un peligro, ésta baña al cerebro de hormonas provocando que se fije tal estimulo en la memoria. En síntesis, el cerebro es capaz de recuperar reacciones ante ciertos “temores” de acuerdo con lo vivido, ya sea por situaciones propias o situaciones similares de otros. Como consecuencia, nuestras experiencias pasadas o nuestros conocimientos, así como los recuerdos de situaciones que evocaron esa sensación, pueden dar lugar a una reacción u otra.
Hasta ahora, se ha demostrado que más de la mitad de los individuos que cuentan con un miedo irracional, pueden superarlo por sus propios medios. El punto de partida para superar el miedo es la aceptación de que existe. Ya que se ha aceptado, es necesario analizar cómo es que este miedo influye en el estado actual. Así pues, se ha comprobado que es posible reemplazar el miedo por emociones positivas (tal y como ocurre con euforia o inspiración). Resulta esencial confiar en uno mismo, con tal de iniciar un plan de actuación en el que motivación y enfrentamiento van de la mano. Hay que recalcar que, el miedo se puede apreciar como una oportunidad de superación. Entonces, no permitas que te paralice. ¡Sé valiente y actúa! Claro está que, si el miedo irracional se percibe como algo insuperable, difícil de manejar o muy doloroso, lo mejor será buscar ayuda y someterse a un tratamiento psicoterapéutico.
En conclusión, el miedo es una respuesta totalmente normal que nos altera de un peligro, sea racional o irracional. Activa nuestro instinto de supervivencia y de una u otra forma nos impulsa hacia un estado de bienestar. No obstante, en el caso de los miedos irracionales es mejor plantearse si es realmente tan terrible que ocurriese aquello que tememos, pues estos miedos carecen de fundamento. Personalmente creo que, no podemos dejarnos guiar por el miedo, no podemos permitir que sea mucho más poderoso que nosotros. No podemos dejar que el miedo decida por nosotros.
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