Hace poco platicando con un amigo, me comentó que en estos días se está cumpliendo un año de un rompimiento que lo tuvo en el hoyo, y con ello, terminó conociendo a una señora que llegó a ser su casera por un momento; pero a donde nunca había regresado pese a seguir teniendo contacto con ella… hasta la noche de ayer ¿y qué pasó? Se plantó nuevamente en el lugar en donde recurrió cuando creyó que lo había perdido todo, pero esta vez más solo como una memoria, un recuerdo, y una inspiración del camino recorrido.
Al mismo tiempo (y sin yo conocerlo antes), coincide con fechas, que se ha cumplido un año desde haber conocido a una persona que aún llevo en mi corazón, y que pese a decidir haberse ido, es alguien que tiene mucho amor para dar. Sin embargo, durante bastante tiempo pasar por los lugares en donde habíamos pasado ratos agradables se me hacía imposible, lo intenté en un par de ocasiones, tanto de manera adrede (como si fuese una especie de terapia de exposición) como por azares del destino (tuve una entrevista de trabajo en la misma zona), pero el resultado era el mismo: salía lo antes posible para no ponerme a llorar. ¿El lado positivo? He podido ya plantarme en exacto mismo lugar en donde vi a esta persona por última vez, y en esta ocasión sin tener las emociones a flor de piel.
Todos procesamos los duelos de manera diferente, y es importante recalcar que ningún dolor es lineal, debemos de ser pacientes con nosotros mismos, pero no por eso quiere decir que no podamos reconocer cuando hemos crecido las fases más difíciles. Por ejemplo, para mi amigo el regresar fue un acto no adrede (pero la verdad es que probablemente fue su inconsciente), pues resultó que se encontraba conduciendo por calles cercanas, y cuando recobró el sentido, estaba pasando afuera de la casa en cuestión…demás está decir que optó por poner pies dentro de esta. Me describe que al entrar fue una sensación de alivio, y que pese a reconocer que no era su mejor momento, ahora se siente agradecido de haber vivido esa experiencia, reconoce que lo ha hecho crecer en maneras que no lo imaginaba.
En cuanto a mí, reconozco que lo evité muchas veces, me decía a mi misma que no era el momento aún, que no me sentía lista, pero la verdad es que evitaba volver a ponerme en una situación “vulnerable”, solo le daba vueltas sin rumbo fijo. Terminé yendo cuando una amiga mía propuso este lugar como nuestro punto de reunión en una salida, y yo no quise comentar con ella el que prefería cambiar la ubicación; pues aunque tenía muchas razones para no regresar, me dije a mi misma que mi vida tiene que seguir adelante, y que salir de mi zona de confort sin lastimar mis sentimientos era necesario (además de que al ser mi amiga, tengo la confianza suficiente para decirle si en un momento no me siento cómoda, se que ella lo entenderá).
Es importante cerrar ciclos, sí, pero es igualmente importante el poder afrontar nuestros miedos, realmente continuar con nuestro camino sin lastimarnos, saber cuándo es momento de volver a pisar lugares en donde alguna vez fuimos muy felices…o tal vez no tanto.
Commentaires