Los estudiantes generación tras generación parecen tener menos capacidad de retener la memoria, una revisión al respecto.
La eficiencia en la actividad de estudio es un tema de gran interés para psicólogos, pedagogos y educadores, debido a las dificultades que enfrentan los estudiantes en el desarrollo de habilidades para estudiar de manera efectiva. Esta situación limita su preparación y desempeño en una sociedad caracterizada por una sobreproducción de información científica, técnica y cultural. En respuesta a esta necesidad, la escuela juega un papel clave al proporcionar herramientas para aprender a estudiar. Sin embargo, es fundamental adoptar nuevos enfoques, como señala Mariño: “La concepción del estudiante como protagonista de su aprendizaje, dirigido al desarrollo de la autorregulación, el compromiso y la responsabilidad social como elementos esenciales en la formación de su personalidad” (López et al., 2013).
Aplicar estos principios permite activar mecanismos personales que fomentan la independencia cognitiva y una actitud responsable en la adquisición del conocimiento, tanto para el beneficio individual como para la sociedad. Estos planteamientos son cruciales en la enseñanza universitaria. Como advierte López-Aguado, su implementación facilita la transición de un modelo basado en la transmisión de contenidos por parte del profesor a una formación centrada en el estudiante, enfocada en la adquisición de competencias y habilidades. Además, la capacidad de gestionar y optimizar el propio aprendizaje puede aumentar la motivación del estudiante, mejorando su rendimiento académico. El aprendizaje eficiente no solo requiere motivación, sino también el dominio de métodos y técnicas adecuadas. En este proceso, el pensamiento lógico desempeña un papel clave al evitar un uso ineficaz de los recursos cognitivos y reducir la dependencia del aprendizaje memorístico. A pesar de su importancia, la memoria ha sido subestimada en el ámbito educativo. Según reflexiones de López, Jústiz y Cuenca, esta tendencia se debe a que durante siglos la educación enfatizó la memorización mecánica, lo que llevó a minimizar su entrenamiento e incluso a descartarlo en algunos casos.
No obstante, la memoria desempeña un papel fundamental en todas las áreas de la vida, como destaca Karsten: “La memoria es una de las principales facultades de nuestra mente y es esencial en muchas áreas de la vida.” En el estudio, su relevancia es aún mayor, ya que permite procesar, organizar y estructurar la información de manera activa e independiente. En este sentido, la memoria semántico-lógica facilita la comprensión, selección y estructuración de las ideas clave, favoreciendo su retención y actualización. Por ello, es crucial mejorar su uso mediante diversas estrategias, métodos y técnicas (NOSEI, 2005).
Actualmente, existen múltiples recursos impresos y digitales, como manuales, folletos y plataformas en línea, que destacan la importancia del entrenamiento de la memoria lógica. En las últimas décadas, investigadores como Marugán, Martín, Catalina y Román han subrayado la relación entre las estrategias de memoria y la comprensión de textos. Otros, como Navarro, han desarrollado ejercicios y juegos para fortalecerla. En Cuba, Torroella enfatizó la relevancia de la memoria para el estudio, señalando que cualquier método de desarrollo de la memoria debe basarse en estrategias efectivas de aprendizaje. De manera similar, García y Fernández destacan la combinación de estrategias, métodos y técnicas para fortalecer la memoria lógica.
La experiencia educativa ha demostrado que muchos estudiantes de los primeros años de Educación Superior presentan dificultades en el estudio debido al uso inadecuado de la memoria. Un problema común es el exceso de estrategias de repetición textual, que promueven una memorización mecánica en lugar de un procesamiento activo de la información. Fernández y Herrera advierten sobre la necesidad de concebir la memoria no como un proceso repetitivo, sino como un mecanismo dinámico y esencial para el desarrollo humano.
En este contexto, los docentes juegan un papel clave en la orientación del estudio, promoviendo un uso activo y dinámico de la memoria. Cuanto más comprenda el estudiante el material y tome conciencia de sus procesos mnémicos, más efectivo será su aprendizaje. Para abordar las dificultades en la actividad de estudio, es fundamental implementar acciones en los proyectos educativos que fomenten el conocimiento y uso de estrategias metodológicas eficaces.
Referencias
López Mejías, M., Jústiz Guerra, M., Cuenca Díaz, M. (2013). Métodos, procedimiento y estategías para memorizar: reflexiones necesarias para la actividad de estudio eficiente. Humanidades médicas, 13(3), 805-824.
NOSEI, C. (2005). Retención escolar y calidad educativa. Del dilema al problema. Praxis Educativa (9), 61-69.
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